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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Sobre la conquista del fuego

Sobre la conquista del fuego (1932). Sigmund Freud (1856-1939).

La dominación humana del habría sido el resultado de la resignación y abstinencia ante el placer que suscitaba el extinguir la llama con la orina. En efecto, el hombre primitivo al ver una llama encendida sentía el impulso de extinguirla con la micción, sintiendo un placer erótico de carácter homosexual al hacerlo. La renuncia a este placer habría originado el domino del fuego, quien se abstuvo de este placer tuvo el derecho de llevarse el fuego para su casa y conquistarlo.
Esta consideración tiene ciertas semejanzas con el mito griego de Prometeo, quien robo la llama a los Dioses para dársela a los hombres; Prometeo trae en un bastón oculta la materia ígnea, este bastón es evidentemente un símbolo fálico, ahora, el hombre en su falo alberga no el fuego, sino el medio para extinguirlo, la orina. Así como Prometeo comete un acto de sacrilegio al robar el fuego a los Dioses, así mismo la conquista humana del fuego es esencialmente sacrílega, pues esta es el resultado del robo, de la sustracción.
Otro mito griego, el del ave fénix, relata cómo este después de ser consumido renacía de nuevo de sus cenizas, esto es una manifestación evidente del fuego pasional sexual, de la reanimación de la libido después de una satisfacción. Por otro lado el mito de Heracles y la hidra con innumerables cabezas que renacen después de ser cortadas y solo logra ser vencida después de quemarle con fuego su cabeza inmortal, representa en esta el falo, que al ser destruido simboliza la castración.
Prometeo se vio castigado por los Dioses que lo ataron a una roca y un águila le roía el hígado todos los días, el hígado de Prometeo se recuperaba cada vez que era roído, para ser roído al día siguiente de nuevo; para los antiguos el hígado era el albergue de todas las pasiones y el águila que destrozaba su hígado es evidentemente un símbolo fálico. El salvador de Prometeo es el mismo Heracles, es así como si fuera que la función de uno anulara la del otro.
El hombre primitivo sintió cierta aversión hacia estos héroes culturales que sacrificaron el placer instintual en función del progreso cultural ya que este se vio obligado a hacer lo mismo, a renunciar de los placeres más intensos del mundo exterior. Para los antiguos el fuego fue algo similar a las pasiones amorosas, un símbolo libidinoso, ya que el calor de este es similar al experimentado en la excitación sexual así como la llama flameante es similar al falo en acción, de ahí que para el hombre primitivo el acto de extinguir esta llama con su micción representara una lucha placentera con un falo exterior. Esta lucha podría ser el resultado de la envidia hacia los placeres sexuales, al extinguir el fuego llameante es como si se limitara el placer de ese otro falo, privándolo de la satisfacción inherente a la pasión erótica, se sentía placer al sentirse más fuerte que el otro, tan fuerte como para privarlo del tesoro tan preciado del placer sexual
El miembro viril humano cumple una doble función orgánica, por un lado para expulsar la micción, y por el otro el de la expulsión seminal, el de la excitación genital, estas dos funciones son evidentemente incompatible y contradictorias, e incluso se podría llegar a afirmar que “el hombre extingue su fuego con su propia agua”

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